En este escrito os dejamos algunas pautas a seguir de cuando y como debe realizarse la primera visita al dentista.
A pesar que la mayoría de los niños son excelentes pacientes odontológicos, su comportamiento es muy variable en la consulta, pudiendo observarse manifestaciones diferentes, tales como: comportamientos agresivos, histéricos, e incluso temerosos y aprensivos.
Cada niño constituye
una peculiaridad, puesto que sus reacciones tienen que ver con las etapas de
crecimiento y desarrollo, salud, características socio-culturales y otros
elementos.
No hay ninguna fórmula mágica,
ni recetas prefabricadas, sin embargo tiene especial influencia en esta
relación, el ambiente, relación con el personal (odontolog@-auxiliar),las actitudes de los
padres y el tipo de conducta de cada niño en particular.
En cuanto al trabajo en la consulta de nuestra parte, trataremos que la primera visita sea agradable,
experiencia satisfactoria y estimulante.
Para empezar es una buena idea llevar a su bebé con usted cuando usted tenga una cita, Entre los dos años y medio y los 3 años se debe hacer la primera visita al dentista, no solo para corregir problemas ya existentes, sino también para iniciar una relación de cercanía con el niño y de esta forma que adquiera hábitos de salud bucodental correctos.
Esto puede
ir haciéndolo más o menos desde el primer momento, de esa manera, se
familiarizará con las vistas, sonidos, olores y la rutina de la clínica dental
y crecerá entendiendo que las revisiones con su dentista son algo habitual a su
vez evitamos que el niño crezca con fobias que podrían perjudicarle más
adelante.
El motivo es que seguramente no le pasa nada y tiene los dientes
sanos, de manera que le parecerá una visita muy agradable y tendrá menos
posibilidades de tener miedo en las sucesivas visitas y según vaya creciendo, en
caso de que tenga algún problema… mejor detectarlo pronto, ya que el
tratamiento siempre es más sencillo ahora que cuando los problemas se agravan.
Consejos para evitar el miedo al dentista.
Los niños no tienen miedo al dentista, salvo que lo hayan adquirido de su entorno (miedo de los padres, de los hermanos, de los amigos en el colegio) o si en alguna ocasión anterior les hicieron daño.
Los niños no tienen miedo al dentista, salvo que lo hayan adquirido de su entorno (miedo de los padres, de los hermanos, de los amigos en el colegio) o si en alguna ocasión anterior les hicieron daño.
Sigue
los siguientes consejos:
· No
insistas en que no se asuste y en que tiene que estar tranquilo; percibirá que
pueden ocurrir en la consulta cosas que asusten o que le pongan nervioso, ya
que de lo contrario no le dirías nada.
· La
primera vez puedes decirle que vais al médico de los dientes para aseguraros de
que están ahí todos, nada más. Tiene que pensar que es algo normal, ya que el
pediatra a veces simplemente le pesa y le mide, y ya está.
· Evita
que escuche historias desagradables sobre el dentista en la familia o en el
colegio (si no avisas a tu hijo con antelación de qué vais al dentista, tampoco
avises al resto del entorno que pueda contarle cosas).
· Procura
no utilizar palabras como anestesia, aguja o pinchazo.
· No
utilices el dentista como amenaza: si le dices “Como no te lavas los dientes,
tenemos que ir al dentista” entenderá que es un castigo y se asustará.
· Además,
para evitar el miedo en las visitas sucesivas, es muy importante que la primera
visita al dentista sea para una revisión sencilla, no cuando ya tienen caries o
algún traumatismo, porque una revisión es una cita muy relajada, sin
procedimientos extraños, de manera que el niño estará relajado, tranquilo…
y esa será la actitud que tenga en las próximas citas.
¿Entramos con ellos a la consulta?
En la primera visita al dentista y en las revisiones anuales es muy adecuado que los padres entren al gabinete con los niños, para hablar con el doctor, aclarar dudas y enterarse del plan de tratamiento.
Sin
embargo, cuando ya se inicie el tratamiento, lo conveniente,aunque no necesario,es que los padres
estén en la sala de espera, ya que cuando están dentro, transmiten su ansiedad
a los hijos, que suelen estar muy relajados y portarse mejor cuando sus padres
no están delante.
El recibimiento después de la consulta.
Cuando
salga de la consulta, no le trates como si fuera un héroe de guerra vuelto del
combate (lo sabemos, apetece mucho, pero es mejor no hacerlo): empezará a
pensar que lo que hacemos dentro del gabinete debe ser algo realmente peligroso
si papá y mamá se alegran tanto de verle, a pesar de que a él le ha parecido
algo muy normal y sin demasiada importancia.
El premio por portarse bien.
El
refuerzo positivo es muy adecuado: hay que elogiarle cuando se porte bien
(hasta el más pequeño avance es un avance) y se le puede dar algún obsequio,
pero mejor si no le has avisado antes. Es decir, si tienes pensado llevarle a
jugar al parque o comprarle unos cromos por portarse bien, no le avises de que
lo harás, porque parecerá que le estás chantajeando. Si se lo das sin avisarle
le sorprenderás, y así vendrá más contento todavía la próxima vez.
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